El gran Luis Bagnola escribió una vez estas palabras en la fantástica revista Líbero, que nos van como anillo al dedo para introducir el tema que venimos a tratar. “Cualquier argentino desprevenido que tenga la fortuna de realizar una visita al espectacular museo de Barcelona en el Camp Nou, se sorprenderá con uno de los trofeos que ocupa un lugar de privilegio en el recinto. Por supuesto, no se trata de la Orejona ni de la Copa Mundial de clubes, los más prestigiosos campeonatos ganados por el club catalán, si no de la Copa Eva Duarte. Bautizada de ese modo en homenaje a la abanderada de los humildes, es la precursora oficial de la Supercopa española”. 

Aunque esto último no es exactamente así. La primera vez que en España se enfrentan el campeón de Liga y el de Copa, lo que por aquel entonces se llamaba Copa del Generalísimo, fue en 1940. En aquella ocasión, el Atlético Aviación de Madrid (el actual Atlético) se proclamó campeón tras superar al Espanyol de Barcelona. Al año siguiente, a ese trofeo se le puso el nombre de Copa Presidente Federación Española de Fútbol. 

Ya en 1945, el cónsul argentino le propuso a la Federación Catalana crear una competición de Campeones e incluso donó un trofeo para el campeón. Así lo reflejaba el periódico Mundo Deportivo por entonces: “Se trata de una iniciativa del cónsul argentino en Barcelona y al benemérito grupo de súbditos de ese país que la apoyaron, haciendo donación del valioso trofeo”. 

Esa primera edición fue un éxito, con un auténtico partidazo que ganó el FC Barcelona al Athletic Club por 5 goles a 4. Tal fue el éxito, que la Real Federación Española de Fútbol decide darle oficialidad al torneo y acepta la propuesta del embajador argentino en España, el Doctor Pedro J. Radío, de llamarlo Copa Eva María Duarte de Perón, que popularmente pasó a llamarse Copa Eva Duarte. 

Muchos de vosotros, especialmente los que nos sois argentinos, os preguntaréis quien era Eva Duarte y por qué le pusieron su nombre a la competición. Pues Eva Duarte era reconocida en España porque el gobierno peronista había ayudado a España con donaciones de carne y trigo en la posguerra. Por ese motivo, en 1947, cuando realizó su histórica gira por aquel país, donó el trofeo que hoy reposa en las vitrinas de Barcelona.